martes, 10 de diciembre de 2013

I


estos hombres nos quemaron el pesebre
nos vendieron la estrella de David
nos dieron a comer la mierda del camello
ahí fue que toda la razón de Dios se la tragó la iglesia
ahí Dios dejó de acampar con la mirada la montaña
y el río y la arena
yo que quería rozar sus dedos con mis pestañas
yo que quería sonreírle sin prisa
yo que quería decirle el secreto de la tristeza
ahora debo regresar al principio
quitarme la carne y ofrecerla a la muerte
la muerte hermosa y desnuda ante el ojo
ahora debo nacer del otro lado del espejo
quitarme las manos y alargar los cabellos
y sumergirme en el agua
y volver donde Dios
imaginar nuevos nombres para las cosas
enterrar mi mirada sin temor en su mirada.

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