La poeta prescindible * Escribí la poesía de los objetos, una tarde, como siempre en silencio porque entendí muy pronto en aquella juventud que otorga la duda que los objetos guardan el espíritu de los hombres y las mujeres, por eso fue inexcusable que fuera otra cosa y no esta cosa que escribe esta poesía mía y absoluta, mía por elección y convicción. Tuve esa tarde acurrucada en la falda contemplando la claridad de mi propia alma, entendiendo que para la poesía el vacío es el medio y es el fin, luego de tantos años los objetos siguen poblando los nombres de mi poesía, objetos propios impredecibles, pero continuos. Nunca estuvo en mí más que la señal ciertísima de nombrar lo que mis ojos han mirado, para qué, entonces, otro ruido. ** Veinte años después de tanta escritura tanto libro que nadie ha leído, tanto libro sin tapa, tanto libro que a nadie importa la simpleza sigue siendo la talla que mi alma busca en el acogedor lugar de los objetos donde veo con razón y alegría la vid...
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