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Mostrando entradas de diciembre 8, 2013

Muerte última

Quería intuir e intuía la sequía de las manos la postura insaciable de las flores ante las luces miraba con la ceguera de la noche y su trampa por eso intuía gravemente sobre las puntas de los pies cansada de cargar y cargar muertos silencios desgastados que caían desde la lengua hasta el suelo cuerpos que arrojaba desde adentro del estómago eran cuerpos con sus cabezas y sus ojos abiertos los lanzaba con estertor hacia todos lados donde la mirada no pudiera alcanzarlos y probé otra ruina y otro cielo y otra noche probé el infierno acostada sobre el hielo probé la turbia arena pasando sobre la piel probé la sangre entre los dientes masticando mis muertos se habían ido y esa esa esa era la intuición la soledad perfecta del poeta. Rojas las palabras, 2013.

yo la de mirada triste

yo la de mirada triste me revelo ante la existencia que mira sobre el agua caminar las luces ante la existencia que mira a los ojos y encuentra su rostro infinito me revelo ante el cuerpo hoguera de fuegos antiguos el fuego de los desconocidos el fuego de la mitología el fuego de las sombras el fuego del fuego adentro del alma para vivir la tierra y sus convulsiones para agitar desde adentro la tormenta serán los pasos y escucharé desde lejos será la respiración y tocaré las piedras fuego seré desde mis dedos hasta el cielo viviendo cada cosa adentro hasta adentro en la ancestral cueva.

Hombre

habítame sin remordimiento toma la silla y siéntate en ella toma la lámpara y enciéndela ya has sido elegido para tocar las puertas hombre habítame sin descubrirte toma la ventana y ábrela desliza tus dedos en las paredes Anochece sobre las gradas despierto que tu hora es la hora de los pasillos inundados Hombre habítame para que seas historia para que no mueras que no soy una madre una niña una amante soy escalera ventana pared soy la habitación que permanece que encierra la noche y el día soy luz luz luz luz que entra en medio de las vigas y destruye puertas…

A Ítaca

Fui alguna vez Penélope sentada y bordando el claro cielo y las nubes Ulises volverá…así dice la historia cuando en la tierra unos pasos soltaron la lluvia y enterraron sus ojos de fuego en mis ojos Ulises murió… ese día esa hora Cuando el forastero apareció Y enterró sus dedos en mis piernas sus dedos hurgaron mi vientre hasta conocerlo su olor se quedó en mi cabeza la frialdad de mi cuerpo ante el tiempo y la espera se crucificó ante el forastero que llega Fui alguna vez Penélope sentada y bordando el claro cielo y las nubes… ante el forastero sin nombre que no luchó en la batalla que no alimentó al Ciclope que amó a las sirenas ante su fuerza azotada contra mi espalda fui locura desatada: mujer desnuda ante la isla mujer sin sentido, mujer finalmente poseída Ulises murió…ese día esa hora cuando el forastero apareció y sobre el cadáver de Ulises vibraron mi piel contra la suya piel de hojas y olor de hierba ese día esa hora cuando todos los hombres lle...

memoria

a veces habré de doblarme sobre la hoja y penetrar el árbol torpemente habré de tocar las luces de la sombra sobre la calle a veces para saciar el olvido asomará el tieso cabello de la noche adentro habré de callar el silencio yo que amo delicadamente los rostros sucios de sangre yo que amo abiertamente la risa del muerto partiré el silencio en cristales subiré la cuesta para doblarme sobre ella abriré los pasos debajo de los pasos para hundirme en la tierra a veces habré tocado el olvido con la mano abierta los dedos viejos las uñas negras estas manos asumen como yo el residuo del tiempo.

I

estos hombres nos quemaron el pesebre nos vendieron la estrella de David nos dieron a comer la mierda del camello ahí fue que toda la razón de Dios se la tragó la iglesia ahí Dios dejó de acampar con la mirada la montaña y el río y la arena yo que quería rozar sus dedos con mis pestañas yo que quería sonreírle sin prisa yo que quería decirle el secreto de la tristeza ahora debo regresar al principio quitarme la carne y ofrecerla a la muerte la muerte hermosa y desnuda ante el ojo ahora debo nacer del otro lado del espejo quitarme las manos y alargar los cabellos y sumergirme en el agua y volver donde Dios imaginar nuevos nombres para las cosas enterrar mi mirada sin temor en su mirada.

los poetas son de agua

¿Vienes del cielo profundo o surges del abismo, Oh, Belleza? Charles Baudelaire los poetas son de agua leves y entretejidos en la lluvia lo digo así con inclinación a la desgracia de la insinuación porque he acabado mirando las gotas que caen sobre la acera mientras todos corren despavoridos, yo aguardo que algo le suceda a la gota que le suceda cruzarse con mis dedos, por ejemplo, y termine mirándome triste o convencida de su falta de consistencia ese tintineo reluciente me hace quedar ahí de pie afuera de la verdad humana soy poeta digo soy de agua para justificar la terrible ola que cruza sin remedio ante mis ojos quisiera en ese instante retirarme hacia otro cuerpo y vivir la lluvia espantosamente como el resto de la gente porque no pude ni puedo ver con otros ojos que no sean estos la maldita belleza porque me admiro de los ojos del muchacho como si nunca los hubiera visto como si se abriera un abismo de agua en las manos como si no fuera suficiente haber dester...

Usted viene muchacho con nombres transparentes

usted viene muchacho con nombres transparentes viene me saca de mi libro atora su cabello brilloso sus piernas largas sus amplias manos así simplemente debajo de mi vestido yo sigo mi camino porque sabrá usted que mi camino está repleto de estas cosas de detalles luminosos como este de dejar mi precioso libro sobre la mesa y escucharlo por eso le aconsejo míreme bien míreme como un insecto como un bicho raro y venenoso y luego despacio o bruscamente usted elija la forma márchese porque siempre me encontrará lejos siempre lejanamente afuera de sus manos porque usted puede tener cualquier nombre cualquier rostro cualquier aroma yo asumo que el camino de usted muchacho está hecho de otras cosas yo asumo las pérdidas las soledades y los desiertos es mi elemento recuerde soy un insecto un bicho raro y venenoso

bajé a la acera para recoger una sombra

bajé a la acera para recoger una sombra era pequeña y vieja la miré le di vueltas la puse a contraluz alguna vez creí que las sombras se caían desde las cosas hasta el suelo por eso me cobijaba en las entrañas de las paredes temía abrirme paso en medio de los rincones o cruzarme la calle siempre temí el acto de abrir sombras con la punta de los pies lo pensaba despacio a propósito para que mis ojos vieran en los rincones sombras de lodo sombras de humo sombras de basura sombras de personas esta vieja y pequeña se aferró a mis dedos penetró mis uñas se recogió suavemente entre las líneas de la mano sin tanto dolor como las otras crucé rápidamente la acera con la pequeña y vieja sombra entre las manos

piedra

como toda piedra me rehúso a buscar la superficie me propongo un hecho continuo desinteresado mirar mirar de frente de reojo desde lejos la suciedad de las calles sus hormigueros destilados la verdad grave que habita la acera como la piedra me rehúso a morir en el sol turbiamente entre las olas del viento porque no me azuza el poder de estar encima de otras piedras porque una piedra se libera susurrando los pasos de los hombres porque la piedra hechiza la historia y permanece porque la piedra nunca se destruye solo toma forma de cascajo pero nunca muere y si acaso muriera recrudece en el polvo la piedra que es piedra desconoce el amor por eso desconoce el odio la piedra piedra mira lentamente como viento adormecido el vaivén de la tristeza la piedra asume la esperanza más que ninguna otra cosa asume en su corteza de tierra a la tierra misma con su eterna mancha de sangre el cobijo de la podrida humanidad y su despeñadero asume la esperanza que alguien en algú...

Agotado

La hoja en blanco espera sobre la mesa el tiempo muere sobre ella si algo queda en las palabras son los extraños sonidos de la lluvia detrás de las puertas la lenta calle manchada de agua que se atonta en las enredaderas tiempo y silencio vacilan al borde de las letras inmortalidad de la flor seca en medio de la mesa.

yo sé que escribo poesía

yo sé que escribo poesía porque la muerte debe parecerse al silencio la primera persona la única persona en la poesía es el silencio lo sé porque al abrirse la palabra de la boca al estómago veo su esqueleto veo su sangre veo su latido yo sé que escribo poesía porque la vida debe parecerse a la tumba de un muerto equivocado de un latido que vibra y no encuentra cuerpo por eso se arrastra buscando nombres arañando sonidos yo sé que escribo poesía porque no alcanzo cierto fulgor que miro hasta sangrarme los ojos quiero verlo quiero verlo quiero verlo y es un cuerpo equivocado es un vacío.

el centro de la palabra

el centro de la palabra consigue atrapar la amarga piel humana larguísima estruendosa recíproca adjetivada la palabra asumiendo su muerte desprevenida porque reconoce el aroma de la muerte por eso huele a tierra rociada de hedores el tiempo adentro del tiempo hiede supura cuando nace y supura cuando muere la palabra es verdadera insobornable cuando asume cuando invoca aquella triste y destrozada razón toda ella engullida con la mirada el tiempo adentro del tiempo hiede porque siempre está muriendo desde la raíz hasta el centro del sonido la palabra es partícula ancentral del universo dubitativa siempre dubitativa frente al hombre.

instantáneas

desde que escribo con minúsculas y sin comas los versos (esto ya lo habían inventado hace rato, ya lo sé) he comenzado a sospechar que la instantaneidad me ha llegado también eso pasa cuando se nace en un país con adornos grises en el cielo donde todo se deshace cuando se toca o se nombra aquí lo joven debe serlo siempre porque la vejez es sinónimo de caducidad histórica de verde mem oria es memoria de piedra con sus musguitos acelerados saliendo rápido antes que se los coman las hormigas negras da nostalgia recorrer sus calles en invierno tibias como la lana oscura como la muerte así y todo (¿ya no estoy haciendo poesía? Bueno escucha) así y todo el vacío asume cierta apariencia de bastedad donde la rutina es genialidad y la palabra es herida donde los muertos están bien muertos y los vivos más muertos así y todo salir a caminar en verano permite ver con la plenitud de la luz la verdad de las verdades todo se deshace en el soplo en la lluvia en la tarde en la noche e...

esencialmente

“De este modo, el socratismo es una forma perfeccionada del atontamiento.” Jacques Ranciere esencialmente los poetas no sirven para nada las grandes hazañas tienen un cadáver los poetas no tienen ni siquiera un muerto uno que se mate mirándolo a los ojos con coraje con humo de odio o amor en la pupila es lo mismo con la daga hincándole las entrañas y sonriendo los poetas no tienen patria no tienen batalla esencialmente no sirven para nada no construyen ni arman ni edifican no curan esencialmente se miran así mismos se aboban de su propia sombra algunos jamás penetran la palabra porque la palabra existe por sí misma no los necesita esencialmente los poetas siempre esperan la única cosa que saben hacer es esperar un muerto De Rojas las palabras (2013)

regresar a casa

regresar a casa palpitando de razón tiene cierto sentido de polvo en las sillas intento abrir con fuerza los ojos y mirar la claridad que entra por la puerta para aprender a sentir la soberbia de la soledad adentro de los ojos lo absoluto de la soledad de pertenecerse solo caminar descalza por la casa asumiendo los detalles la arruga de la cortina la telaraña encima de la ropa acurrucarse para recoger los libros y los lápices ordenar las sábanas y las tazas abrirse en dos las manos para comprender que los ruidos opacos que responden a las palabras son la verdad humana de los que siempre se están despidiendo regreso a la soledad porque me gusta su sonido su hambre por el polvo su deseo por acariciar el sonido de mi sombra

Primavera

Han cerrado las puertas veo la tarde azul derretirse tibia sobre el mundo y las mariposas clavadas en el cielo allá aquí las manos me unen entre pequeños rayos de agua las manos quebradizas de las arañas y las manos estacionarias de los perros ¡cuándo podré escribir con rabia! si me ahogan las palabras en el aire. (Arrecife, 2001)