Hacer pan y hacer ciencia

 Todavía cobro por hacer ciencia, aunque vea de reojo y con temor a quienes están continuamente corrigiendo a los que somos aprendices. No hay tregua ahí. El mundo de la investigación se parte entre quienes humillan y quienes son humillados. Bueno, el que se lo cree.

Pensaba mucho en eso trabajando, recibiendo clases e intentado hacer investigación porque no quería aceptar que el ego que flota alrededor de quienes hacen investigación es más alto y ancho que los edificios donde caminan todos los días.

Un día, no sé cómo ocurrió, por gracia y bondad de la vida, pude alejarme de ahí; aunque la investigación me permite recibir un salario todos los meses, al menos por el momento, me aparto lo más que puedo y trabajo con quien solicita le apoye. Pensaba que era imposible porque recibía ese continuo de desprecio de docentes e investigadores en los últimos cinco años. Nadie sabe más que ellos. Y te insisten que para que llegues ahí debes decir con mucha prestancia términos y palabras complejas: abstracción le llaman.

Otro día, no sé cómo ocurrió, empecé a hacer pan muy tarde en la noche, sin saber el proceso. Solo hice pan que salió muy duro del horno. Luego, mi tiempo, mis pensamientos y mi estilo de vida se fueron llenando de esos detalles mínimos de la cotidianidad de la panadería. Pensé y sentí que hacer pan llenaba mis expectativas de comprensión de mí misma. El pan se hace en silencio y en soledad.

Al día siguiente, me fui a tomar clases e invertí mi tiempo y dinero en mi contentamiento y satisfacción. Casi he dejado todo lo que conocía y sigo aprendiendo técnicas para hacer pan.

El día último, comprendí que aún quien hace pan tiene ese ego. Otra vez, dije. Esta vez el bullicio, las clases, la camaradería de quienes aprendemos a hacer pan me enseña sobre la vida a elegir.

Elegir es lo único relevante que me pasa siempre. Elegir es una gracia que viene del destino porque permite cambiar sin apegarse. Elegir tiene un matiz de riesgo y aventura o eso que llaman libertad.

Fotografía: Lya Ayala Arteaga.



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