Poesía y memoria
Quiero mencionar brevemente en este post la importancia de la poesía como memoria histórica. En particular, esa memoria que sigue haciéndose y que todavía no hemos comenzado a venerar como todo lo que ya está muerto y se hace tradición y costumbre. Pienso en la poesía de poetas que nacieron en los años setenta y ochenta, es decir, poetas que ya han escrito suficiente para mostrar en sus textos lo que han observado en su tiempo. Es más que una deuda que no los conozcamos suficiente y más que no los leamos suficiente (haré este paréntesis para explicar que sí es necesario abordar otros temas estrechamente relacionados: publicación, políticas culturales con orientación concreta hacia la literatura, promoción y ejercicio de lectura, producción y marketing del libro, etecé y etecé; pero no es este post para eso. Lo haré en otra ocasión). Entonces, esa memoria que han recogido poetas de ambos momentos históricos es relevante, es necesaria para reflexionar sobre lo salvadoreño, en este momento.
Benjamin (1) cuenta un suceso ocurrido en un periodo de cincuenta años— a partir de los acontecimientos de la revolución de Julio en Francia en 1830—con la literatura por entregas en los folletones que se publicaron en «belle littérate» a los que no todos tenían acceso por el elevado costo o las restricciones impuestas. Sin embargo, la gente queriendo saber y entretenerse hacía cola afuera de los cafés donde tenían ejemplares de los periódicos con los folletos para leerlos. La secuencia en el aumento de lectores fue en 1824 de 47 mil suscriptores; en 1836, 70 mil y, en 1846, 200 mil... Me resulta más que interesante porque relata, justamente, la memoria de la avidez por saber cosas más allá de los sucesos políticos y económicos en el momento que estaban ocurriendo. Y, sobre todo, había insistencia de los periódicos en seguir publicando. Ambos elementos me traen a cuenta esto que quiero decir: en los libros que han escrito poetas salvadoreños de los setenta y ochenta está la memoria recentísima, seguramente, interesante, intensa, convulsa o... no lo sabemos, la relevancia de saberlo es saber qué ocurrió y ocurre.
Cómo nos ven los poetas es importantísimo, qué palabras utilizan para nombrar es importantísimo, cómo construyen el discurso es importantísimo, pues, la poesía es otra forma de memoria porque su manera de observar, recoger, vivenciar y presentar la realidad es el sustrato, el origen de aquello que debe ser conocido como la fundación, al mismo tiempo, o si se quiere, como dice Derrida (2), simultáneamente a los hechos que pasan por la sensibilidad y la imaginación para encontrar la libertad de una ruptura con lo histórico.
Fotografía: Lya Ayala Arteaga.
(1)
Walter Benjamin. Iluminaciones II Baudelaire Un poeta en el esplendor del capitalismo. Ediciones Taurus, 1972, España, pág. 39.
(2)
Jacques Derrida. La escritura y la diferencia. Editorial Anthropos, 1989, España, págs.22-25.
Comentarios
Publicar un comentario